Un "OBELISCO FI" para
ALBERTO LINNER

Premio Nacional de Arquitectura
Costa Rica 2012

Bienal de Arq Costa Rica 2012
El sábado de mayo del 2012 fue anunciado el resultado del escrutinio para escoger el ganador del máximo reconocimiento dado en Costa Rica a la trayectoria de un arquitecto costarricense. Se entrega cada 2 años y en esta oportunidad le correspondió al Arq.Alberto Linner. Para entregarle la estatuilla que representa el galardón, fue escogido Ibo Bonilla, como escultor de la estatuilla "Obelisco Fi".

Un "Obelisco Fi" para el Arq. Alberto Linner
El Arq. Bonilla explicó el significado de la estatuilla, como representación de los ideales del oficio arquitectónico como búsqueda permanente de la armonía entre el Hombre y la Naturaleza, así como de la unión entre lo femenino y masculino.Hizo énfasis en la forma espiral como referente directo al ADN y su conexión entre la vida y el quehacer arquitectónico.

Premio Nacional de Arquitectura para el Arq. Alberto Linner

 

PUBLICACIÓN EN REVISTA "SU CASA", EDICIÓN FEBRERO 2010:

Alberto Linner, arquitecto con A mayúscula

“Mi obra es una continuidad; una continuidad que se va superando a sí misma, en un proceso de aprendizaje y de experiencia”.

“Dios ha sido muy bondadoso conmigo: me dio maestros que me llegaban al alma, que no se quedaban en las cuestiones intelectuales, sino que iban a cosas más profundas, pues al fin y al cabo uno recoge de aquí, de adentro”.
“Porque nadie inventa la arquitectura así, de la nada: la siente y la ama, como para hacer una pintura, para hacer poesía, para hacer cualquier cosa… o para amar: empezamos y terminamos con amar, con A mayúscula”.


Con esas palabras, sintetiza mucha de su rica experiencia profesional y de vida, uno de los arquitectos que más huella creativa ha dejado en los últimos 50 años en Costa Rica: Alberto Linner Díaz.


De Nicaragua a México. Nacido en Managua, Nicaragua, en 1935, ahí realizó sus estudios básicos; antes de partir a Monterrey, México, en cuyo Instituto Tecnológico hizo los de arquitectura de 1952 a 1958. En esa institución, que entonces tenía 13 de existencia, pasó seis años de estudio.
Aunque no le inquieta el tema, reconoce que la enseñanza que recibió ahí fue de índole racional-funcionalista: “De hecho, todos los maestros que yo tuve eran de la UNAM, y ellos traían ese bagaje, eran grandes arquitectos. (…) Pero México no solo tenía una gran tradición en arquitectura, sino también mucho arte: entonces estaban Diego Rivera, Siqueiros y otros grandes pintores”.
En Monterrey, ya antes de graduarse, empezó a trabajar en el estudio de uno de sus maestros; donde durante tres años, su cátedra sería el taller de diseño y la revisión de obras en construcción.


“La teoría la aprendí después”, agrega satisfecho. A la vez, intrigado por la arquitectura sanitaria, iba todos los sábados a ver operaciones quirúrgicas.
“Me fui entonces al D.F. a hacer una maestría en arquitectura hospitalaria”. Eran los años finales de la década de 1950, y el Seguro Social mexicano atravesaba su época dorada; a cuyas oficinas de ingeniería entró a trabajar para especializarse por cuatro años, junto a los grandes de esa específica rama del diseño en México.

De México a Costa Rica
De uno de ellos, el arquitecto Carlos B. Zetina, llegaría Linner a ser asistente, antes de graduarse en 1962. “Cuando estaba ahí, aparecieron los señores Rodrigo Fournier Guevara y Fernando Escalante Pradilla, que eran los grandes del Seguro Social aquí, y querían hacer un hospital en Costa Rica”.
El Director del Seguro Social de México era Benito Coquet Lagunes, hombre de confianza del presidente de la República, Adolfo López Mateos; y los costarricenses lo abordaron. “No se preocupen –les respondió–, nosotros les vamos a hacer el hospital”. Entonces llamaron a Carlos B. Zetina para realizar el proyecto.
En su oficina particular, maestro y discípulo se dieron a la labor de diseño del que sería el Hospital México; y tras un trabajo intenso y a presión, y dos visitas al país, estuvieron listos los planos. Fue así como, a los 27 años, recibió Alberto Linner la oferta de venir a hacerse cargo de la obra en Costa Rica; donde llegó el 12 de mayo de 1962, con ese fin específico.


Pero los inconvenientes en el proceso de licitación del hospital, hicieron que el contrato con CCSS empezara a prorrogarse, hasta que se volvió una relación permanente… y ya sin regreso a México. Aparecieron así en el horizonte las primeras clínicas periféricas, y Linner recibió el encargo de realizar la Clorito Picado, en Cinco Esquinas de Tibás, inaugurada antes de que el hospital.
Realizado pues en su vocación tanto como en su especialidad, no dejó por eso de hacer algunas casas particulares; una de las cuales, en La Guaria, Moravia, propiedad del doctor Jorge Elizondo Cerdas, es su primera obra en el país: “Muy mexicana aún –comenta–, cerrada, grandes muros de piedra, mucho jardín, mucho color.”


Luego, se inauguró por fin el México, y su trabajo hospitalario continuaría con el Monseñor Sanabria, en Puntarenas, y el de La Anexión, en Nicoya, como los más importantes; pero sin excluir obras religiosas como la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en Los Yoses, o el Convento de las Carmelitas Descalzas, en Los Laureles, San Rafael de Escazú.
Hacia el fin de los años setentas, y en gran medida por decisión política, la CCSS planteó construir un edificio anexo a su sede. Hito de la arquitectura costarricense, enfrentar aquel magnífico edificio moderno, del que lo separaban ya 20 años de desarrollo estético, era todo un reto para el diseñador.
Para enfrentarlo, Linner se valió de un lenguaje más bien tardo-moderno, donde al brutalismo del material expuesto se suma una simetría dinámica, y una cuidadosa modulación que permite los grandes espacios requeridos por un edificio administrativo

Arte y parte
Arquitecto de mucha exploración y continua búsqueda plástica, declara: “Me gusta jugar con las formas, pero no soy formalista: soy muy funcionalista y muy racionalista, pues si no fuera así, no podría hacer hospitales.”


Más por eso mismo, son varias las obras suyas donde la plástica de otros creadores ocupa un lugar específico y fundamental en la composición espacial. Así, para la Clorito Picado, realizó Paco Amiguetti un mural; mientras que para la Marcial Fallas de Desamparados, sería Rafa Fernández el convocado con ese fin. Y, a partir de la construcción de la Clínica Marcial Rodríguez, de Alajuela, inició su colaboración con el pintor César Valverde.
“Siempre me he negado a pensar que por que sea hospital, no tenga que ser bello o no pueda tener formas atractivas.” Y de ahí que otra de sus obras de los años noventas, la Clínica de Tibás, esté llena de elementos lúdicos, tanto volumétricos, como funcionales y de color, producto todos de la libertad que provee la madurez creativa y profesional.


Pues a esta altura de su carrera, Alberto Linner ha sido además vicepresidente primero, y luego presidente del Colegio de Arquitectos (2002-2004); y docente por 25 años en el Colegio Studium Generale de la UACA, donde fue tutor de al menos 300 graduados. No obstante, en su oficina en el centro de San José –donde lleva 40 años–, el arquitecto sigue activo: “Yo no voy a dejar la arquitectura por ningún motivo, no puedo pensionarme: necesito diseñar, llenarme los puños de grafito… y así continuaré.”

Alberto Linner

  • Nació en Managua, Nicaragua, 1935. Realizó sus estudios de arquitectura en el Instituto Tecnológico de Monterrey, Nuevo León, México, 1952-1958. Hizo su especialización en Arquitectura Hospitalaria en el Instituto Mexicano del Seguro Social, México D.F. 1958-1962. 45 años de ejercicio liberal de la profesión en Costa Rica. La experiencia laboral de don Alberto es también mayúscula:
  • 29 años en el Departamento de Ingeniería y Arquitectura de la CCSS. Jefe del Departamento.
  • Director de la Dirección de Arquitectura y Desarrollo de Proyectos de la CCSS.
  • Vicepresidente del Colegio de Arquitectos de Costa Rica, 1980-1982.
  • Presidente del Colegio de Arquitectos de Costa Rica, 2002-2004.

Su obra:

  • Proyectos residenciales en Monterrey, Nuevo León, México.
  • Hospital de Celaya, Guanajuato, México.
  • Clínica Clorito Picado, Cinco Esquinas de Tibás, 1965.
  • Hospital México, San José de Costa Rica, 1961-1969.
  • Hospital Monseñor Sanabria, Puntarenas, 1971-1973.
  • Hospital La Anexión, Nicoya, Guanacaste, 1969/1971.
  • Clínica de San Rafael, Heredia, 1979-1980.
  • Clínica de Coronado, San José, 1986-1988.
  • Clínica de Tibás, San José, 1988-1990.
  • Hospital de Quepos, Puntarenas, 1993.
  • Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, Los Yoses, San José, 1969.
  • Convento Misioneras Lumen Christi, Managua, Nicaragua, 2002.
  • Convento de las Madres Carmelitas Descalzas, San Rafael de Escazú, 1976.
  • Edificio Anexo de la CCSS, San José, 1978-1980.

VIDEO: Entrevista al Arq. Alberto Linner

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