¿CUAL FUE LA PRIMERA PROFESIÓN DEL MUNDO Y

… EL  PRIMER   ARQUITECTO   DE   COSTA  RICA?...

 

Por Ibo Bonilla Oconitrillo

 

Edificio Escuela de Arquitectura UCREntrada a la Escuela de Arquitectura UCR Actividades en la Escuela de Arquitectura UCR

Cuentan que en un bar de la Calle de la Amargura , estaban reunidos un arquitecto, un médico y un político y en cierto punto de la recomposición del mundo, se enfrascaron en establecer: ¿cuál fue la primera profesión del mundo?

 

Cuando el asunto parecía irresoluble, el médico dice:

 

-          Zanjemos esta discusión ya y aceptemos que de no haber sido por un médico que extrajera la costilla de Adán,… no habría existido la mujer, … no existiría la humanidad y por lo tanto… no tendría sentido esta diatriba.

 

Exaltado por el inusitado cambio en las referencias históricas, el arquitecto replica:

 

-          Si a la instancia Bíblica acudimos. ¿quién fue si no el Gran Arquitecto el que ordenó el gran caos?

 

Instantáneamente, el político puntualiza:

 

-          A ver,… a ver,… ¿y quién creo el caos?

 

 

 

Establecida la primera cuestión, les contaré una anécdota:

 

Estuve trabajando y estudiando en España, creo que de 1986 a 1992 y a veces venía a Costa Rica por diferentes asuntos, siempre de prisa, pero ineludiblemente me daba un “avenidazo”.

 

Un paseo por la avenida central de San José, está demasiado incrustado en la memoria colectiva de los ticos y por esto, era requisito obligatorio.

 

Por cierto y al respecto, me preguntó mi abuelo un día:

 

-          ¿Sabías que la avenida central fue bautizada como “Avenida Amperio”?

-          No,.. ¿por qué?

-          Porque “amperio” se define como un “culón” por segundo.

(A=coulomb/seg)

 

Desde luego que mis recuerdos no solo eso acariciaban,… en fin...  ¿qué te puedo decir?

 

En uno de estos avenidazos, estaba abstraído viendo no se qué, cuando con una sorpresiva palmada en la espalda, me saluda Guillermo Salazar, celebramos el grato encuentro y entre otros me cuenta que actualmente es el Director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica y que está preparando la celebración de los veinte años de la fundación de la Escuela,… y de inmediato me espeta:

 

-          “Yo no sabía que Usted es el primer arquitecto graduado en Costa Rica”

-          “Yo tampoco,… ¿Cómo es eso?”

 

Entonces me relata que le pareció interesante investigar ese punto, ya que la los veinte años de fundación, adquirían mayor relevancia al considerar que esta Escuela de Arquitectura era la primera en la historia del país y sus graduados estaban teniendo un importante impacto profesional nacional e internacional.

 

Las pesquisas lo llevaron al Consejo Universitario y allí le dijeron que lo que contaba para ellos, al respecto, era la fecha de inscripción de la tesis de grado y en ese caso el primer lugar, por varios meses de diferencia, le correspondía a Ibo Bonilla Oconitrillo.

 

-          ¡Cooosa más grande en la vida,... chico ! ! !

 

Resulta que nunca me he inscrito en ninguna competencia y ahora, quince años después de terminar la carrera de arquitectura, me dices que terminé en primer lugar, de algo que más que una carrera, pareció un híbrido entre un maratón a campo traviesa y un vía crucis…

 

¡Puta… carajo!!!,  ¡qué rara es la vida!!!

 

¡Y recordar que yo era el último estudiante, que los Directores de la Escuela de aquel entonces, querían y pensaban que se fuera a graduar!!!  (En otra ocasión ya les contaré porqué,… es gracioso)

 

Para los que no conocen el contexto histórico de la arquitectura en Costa Rica, les doy mi versión resumida y las casualidades que me vincularon a ella:

 

El panorama constructivo del país ha sido dominado principalmente por ingenieros, ya que hasta 1972 no existía en Costa Rica ninguna Escuela de Arquitectura, solo de Ingeniería.

 

Dicho sea de paso, que a este hecho muchos críticos le han atribuido la notoria falta de estética y funcionalidad urbana de nuestras principales “ciudades”.

 

Había algunos pocos arquitectos que se habían graduado en México, Chile y Estados Unidos. Su impacto era bajo, porque eran pocos, su ambiente era de clase alta (sólo ellos podían pagar estudios en el extranjero), la inversión privada de calidad era escasa y las obras del Estado estaban a cargo de ingenieros.

 

Destacaron algunos autodidactas que diseñaron obras relevantes, que al no tener título oficial trabajaron a la sombra de ingenieros.

 

Tras varios intentos, algunos brillantes arquitectos apoyados por preclaras autoridades académicas, prepararon el terreno para la creación de una Escuela de Arquitectura adscrita a la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Costa Rica, enviando cinco arquitectos a prepararse en docencia de la arquitectura a Inglaterra y España.

 

En 1972 se abrió la inscripción para estudiantes interesados en esta carrera, nos anotamos alrededor de trescientos, de los cuales el primer grupo de graduados fue de unos siete en 1977.

 

¡Y rayos!!! ,… ¿cómo fue que me involucré en esa carrera?

 

Cuando hice la primera comunión…, no, no, no,… avancemos la cinta unos años:

 

Ingresé a la universidad a la Escuela de Bellas Artes, como juzgué que el sistema de estudio no era bueno, me peleé con los profesores y me fui, entonces me inscribí en la Escuela de Economía, con idéntico resultado, decidí sentar cabeza estudiando en la Escuela de Matemática, que luego complementaría con docencia en al Escuela de Educación.

 

Para 1972 me estaba graduando en matemática y docencia, me gustaba el ambiente universitario, era la etapa más feliz de mi vida, quería estudiar más, tenía la opción de una beca en Europa para continuar los estudios de matemática o a Brasil en pedagogía.

 

Tuve la sospecha de que esta decisión tenía que ver con mi destino y, estaba claro que no quería pasarme la vida dentro de una oficina de 5 m2, sin sol, sin brisa, sin humo, sin paisaje,… “investigando modelos matemáticos” en un país subdesarrollado y con unas pocas clases.   Bueno, al menos eso era lo que observaba, era el premio a los que obtenían el más alto estatus académico.

 

Consideré algunas opciones lógicas y ventajosas, como Estadística o Economía Pura, pero decidí estudiar en la Escuela de Geología.

 

Después de dos horas de fila para matricularme en geología, pregunté por alguna información básica y como algún curso no tenía programa claro y otros no tenían profesor asignado, me pareció desordenado y poco formal, así que desistí de esa carrera y sin nada alternativo en mente caminé por el campus.

 

En las gradas que existen entre el edificio de la Escuela de Ingeniería y la biblioteca, un grupo de estudiantes de los cuales no conocía ninguno, hablaba de la lista de interesados en estudiar arquitectura, que ese mismo día se había anunciado mediante un rótulo en la Escuela de Ingeniería.

 

Escuchado esto y sin mediar palabra, viré a la derecha, no había fila en la ventanilla, pregunté por el programa, el cual me resultó una exquisitez, era lo más parecido a una ensalada de frutas cultural, tenía cursos de una variedad casi infinita, y además, con mis cursos de matemática, física, dibujo técnico, sociología, química, filosofía, pintura, historia, etc., entraba bien adelantado al tercer año y tenía la opción de optar por Ingeniería o Arquitectura al completar ese tercer año.

Me inscribí sin tener la menor idea de qué era un arquitecto, la única referencia que tenía era lo que se mencionaba en la Biblia,  bueno… y algo de los masones, pero como estaban excomulgados…, el Papa Juan XXIII decían que era masón y lo habían envenenado, lo consideraban el antipapa, el Concilio Vaticano II en consecuencia no tenía validez.   En fin, la información para mi decisión era un poco difusa.

 

En una multitudinaria reunión, a la cual nos convocaron previo a la matrícula formal, se presentaron los tres arquitectos que fueron a Inglaterra, que se habían disgustado con los dos que fueron a España y nos dijeron, mas o menos, así:

 

-          El enfoque y el planteamiento de la carrera de arquitectura a cambiado: el programa que vieron ya no vale, vamos en un plan experimental, ningún curso que hayan llevado será reconocido, los cursos que llevarán aquí no serán acreditados en otras carreras ni universidades, y un detalle que deben considerar: no podemos garantizarles que el Consejo Universitario permita completar la carrera con este plan.

 

No parecía ni muy ordenado ni muy formal, pero tenía la suficiente incertidumbre y riesgo para ser un reto ineludible y, a la larga podría aprender muchas cosas de la cultura general, incluyendo talvez el concepto de arquitectura.

 

Después de seis surrealistas años (¿o realismo mágico?), tras una serie de luchas, que nunca entendí del todo, alrededor de 350 noches sin dormir, con una testarudez a prueba de fuego y alejada de una sana inteligencia, llegué tarde y de prisa a retirar un diploma, directo después de estar quince días acampando en la playa, con la misma ropa y sandalias, sin peine ni jabón, sólo agua de mar, frutas y sol.

 

Declaro que no me dejó de impactar la presencia de mis seis compañeros graduandos, bellamente ataviados con traje, corbata, zapatos lustrados, gomina, vestidos largos con grapas en el ruedo, ramilletes de flores, … , hasta llegué casi a pensar que esa cosa de las metas era en serio.

 

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