¿En qué basa su escultura?
¿En qué basa su escultura?,
a menudo me preguntan y tal parece que la respuesta es “al menudeo” y muchas veces diferente,
dependiendo de la temática de trabajo en ese momento, o simplemente el énfasis
de la ocasión.
Voy a ensayar una respuesta
básica pero incompleta, para poder agregarle los conceptos que se vayan
presentando como reincidentes.
Desde siempre, por
escurridizos, me han interesado los arquetipos y las formas, así que el salto a
la escultura y la arquitectura como laboratorio de expresión, es muy corto.
La manera en que se percibe,
se comprende y se racionaliza la vida y todo lo que nos rodea, parece que
depende de esos códigos que nos permiten organizar lo percibido.
Cada persona (a nivel
individual) y cada cultura (en términos de colectividad) aproximan un cierto
alfabeto de arquetipos, que aunque vinculados al lenguaje, se encuentran
ubicados mas allá de la conciencia y en los límites de la inconciencia, lo que
los convierte en un generador de interacciones “mas puro” por estar un tanto
alejados de las modas lingüísticas y conceptuales, que pronto se saturan y
pierden contenido comunicativo.
Se entiende que el verdadero
artista compone su propia versión de ese alfabeto, observando coincidencias y
tendencias, para generar un discurso sin palabras, que no entre de inmediato en
contradicción con lo establecido o oficialmente válido para ese lugar y momento histórico determinado.
Aquí nace la idea del
artista incomprendido, que por cierto, en cuanto los que le rodean catalogan su
arte y le ponen un nombre, ya perdió sentido su mensaje y si no emigra hacia
otro enfoque, se quedó en la cómoda y socialmente aceptable comercialización de
artículos de decoración.
Cabe aclarar que no incluyo
entre los artistas a los artesanos de la plástica, la música, etc., que aunque
con gran virtuosismo son capaces de hacer bellas reproducciones
de obras de arte, desde luego que es meritorio y necesario su trabajo, pero su
obra no es artística.
Un modelo de interpretación
de la génesis de arquetipos es aceptando que unos son de carácter instintivo
asociados a la memoria genética, producto de la experiencia acumulada durante
millones de años para sobrevivir. Otros son de carácter ancestral, ligados a la
experiencia colectiva, transmitidos culturalmente dentro de una determinada
comunidad. El tercer grupo lo componen aquellos arquetipos creados a partir de
la experiencia directa e inmediata de cada individuo en sus interacciones con
su realidad, realidad que de alguna manera comparte muchos elementos comunes
con sus coterráneos.
Desde luego que estos
particulares códigos los hay para todas las necesidades de percepción humana,
en todos sus niveles, pero como la carga es grande y la mochila pequeña, me
ocupo de aquellos que vinculan las formas con los sentimientos, actitudes y
conductas.
A partir de este umbral,
enumeraré algunos de los criterios que suelo utilizar para diseñar mis piezas:
(los números no significan importancia, sólo son de referencia)
1- Trato de crear conjuntos de figuras organizadas como
paisajes o nubes, donde cada espectador recomponga su interpretación a partir
de algún elemento directriz que le impacte o le diga algo en ese primer
acercamiento, de esta manera hile su propia historia como un collar de
impresiones de su particular elaboración, pero siempre relacionados con su
medio y cultura.
2- Procuro no sucumbir a la tentación de hacer piezas
“completas”, que son una unidad en sí misma, terminadas. La idea es que se
perciba claramente, que cada cosa y cada pieza es parte de un algo mayor,
que la interdependencia es ineludible, que la unidad superior no está dentro de
nuestro campo de visión.
3- Normalmente uso formas asociadas a figuras
geométricas básicas que por el “principio de complementación”, tendemos
mentalmente a completarlas, aunque al acercarse o girarlas, encontramos que
realmente son otra forma vinculada a otra figura distinta.
4- El “principio
de asociación”, también participa como mecanismo de génesis creativa, pero sin
embargo, al ser analizado de cerca, se comprueba que conduce a otra idea
distinta a la que instintivamente esperábamos.
5- Busco que al girar alrededor de las piezas,
experimentemos la transformación de unas formas en otras, llevando nuestra
mente por un recorrido de arquetipos que aluden a sensaciones y percepciones
alojadas por allí cerca del inconsciente. En este sentido la pieza no tiene
principio ni fin, se puede seguir girando y cada vez, en cada movimiento
parcial, se recompone la interrelación de conceptos asociados.
6- Lo usual es que use materiales encontrados en los
caminos, ríos, playas, tajos, demoliciones, potreros, sobrantes de
construcción, etc., cualquier sitio que tiene como común denominador algún
material desechado o no aprovechado ni valorado, al cual le prometo allí mismo
dedicarle un rato para extraerle y mostrarle a quien desee observar, toda la
belleza que conserva en su interior.
7- Respeto profundamente las características esenciales
de cada porción de material, sus vetas, colores, texturas, formas, huellas de
su pasado, patrones de formación, etc., como promotores de cada cambio aportado
por mis herramientas.
8- Procuro mostrar el material en sus diferentes
facetas, mostrando variadas texturas, posibilidades de pulido, ejes, vetas, e
incluso dejo partes con su textura o acabado original en que se encontró, ni el
material ni el escultor deben renegar de su historia.
9- Reiteradamente uso formas con contenidos arquetípicos
en combinaciones sugerentes y hasta provocadoras, vinculadas por repeticiones
rítmicas, que organicen el conjunto.
10- Trato de encontrar una modulación numérica abstracta
que se adapte a la pieza y su tema particular, basada en constantes naturales
como la sección áurea, razón esférica, base exponencial, simbolismos numerológicos, etc.
11- No hago bocetos sin tener frente a mí la pieza a
trabajar. Previamente la estudio, la
enamoro, le pido permiso para intervenirla y le prometo que pondré toda mi
capacidad para que exprese su belleza, matices y posibilidades, como alabanza a
la perfección de la naturaleza. O sea,
cada pieza, su tema, texturas, formas y colores no son más que una exaltación
de algo que la naturaleza ya había elaborado.
12- Navego por las vetas de cada fragmento, expongo
diferentes texturas y pulidos, dejo algo representativo de su estado original,
quiero darle al material la oportunidad de mostrar sus posibilidades. Diríase
que más bien soy un instrumento, una herramienta
13- Y en cuanto a las herramientas, también las respeto y
las ensalzo, las enamoro y las mimo. Contrario a la escultura convencional, que
tratan de borrar toda huella de la herramienta porque se avergüenzan de ellas, procuro que las
herramientas se sientan en la memoria de la pieza, como fieles testigos de un
trabajo original, manual, artesanal… en fin, que no es una pulcra producción
masiva industrial.
14- No lucho contra el material, no busco dominarlo, no
pervierto su naturaleza, al contrario, me convierto en su socio y amigo, para
mostrar su belleza.
15-