“El Espíritu de la Piedra”
Por Ibo Bonilla

Aullaba el viento este Domingo de Ramos, mientras en Barva miraba una obra de Domingo Ramos, el genial escultor que hace de la piedra poesía y viceversa; ya casi me daban la “palma bendita” que me libraría de todo mal en el 2013 (traía fecha de caducidad y Hecho en China), cuando una dama me presenta a su nieta diciéndole que “éste es el escultor de la única obra de arte que tenemos en casa”.

…Claro, aquel domingo en febrero del 2004,…en el colofón del Primer Simposio de Escultura en Barva, cuando a Domingo le quebraron su escultura y con afán de ayuda se nos acercó un muchacho habitual del Parque, y dijo:

• Buenos días colegas…!!!
  
  
• ¿Vos también hacés escultura?, ¡No te conocía esa faceta!
  
  
• No, No, No,… Yo sólo le hago a la piedra…!!!, …¿Me ayudan con algo?

¡Nunca falta un domingo siete!,… ¡Hicimos el domingo, Domingo!

¡Que linda experiencia! …y cómo no?, después de casi 10 años que ésta y otras 199 personas, escogieron un sobrante del mármol de Nicoya de la escultura que estaba modelando a ritmo de mazo y cincel, les hice un par de cortes con disco de diamante para enfatizar su volumetría natural, las pegué con epóxico en cada una de las 200 bases de cedro amargo que llevé, las firmé y se las entregué como recuerdo del Simposio, …siiiiiii, después de 10 años lo recuerdan y lo que era un souvernir lo identifican como una obra de arte, …ya que la escultura, lo que llaman escultura, está allí con el nombre de “Cercanías”  frente a la Musmani!!!, mirando impávida los fiestones que arman con cualquier pretexto en el Templo de la Cultura.

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Escultura de Domingo Ramos, el Templo de la Cultura en Barva y la escultura de Ibo Bonilla

“Templo pagano” dijo una venerable catequista, “allí hacen el show el cadejos, la llorona y el mismo diablo en contubernio con el jefe de policía, pastores protestantes y el cura, acompañados por una cimarrona, trovadores o roqueros metaleros…” Templo al fin, que como escultura habitable es asimétrico física y conceptualmente al Templo Católico, que con todo y sus vírgenes y santos, fue derribado por el Terremoto de Fraijanes del 1.888, año recordado por el inicio de la producción de la Cerveza Pilsen.

Lindo Parque de Barva, que el perseverante Luis Arias ha convertido en un jardín escultórico. Con obras de escultores de muchas nacionalidades, tantas que se han ido desparramando por calles, jardines y otros parquesitos cercanos. Todas en voluptuosas piedras que se han dejado seducir por sus talladores.

Y es que los verdaderos escultores, antes de hincarles el cincel, las miran de reojo, les hablan, coquetean, enamoran,  acarician…, hasta que aceptan quitarles el velo y otros flecos, para mostrar impúdicamente todo el esplendor y belleza de su alma.

¿Y es que las piedras tienen espíritu o alma?, ¿o algún espíritu las posee?

“Alma es la esencia espiritualizada de la persona”, dicen unos Rosacruces, pero, ¿aplica a las piedras?, ¿pesará lo mismo el alma de una persona y la de una piedra?

Según una nota de The New York Times el Dr. McDougall  estableció que el alma humana pesa unos 21 gramos, ponderando el cuerpo de personas antes y después del fallecimiento. Lo raro es que aplicó el método a 6 perros y no funcionó. Y la Revista Life publicó una foto del alma de Karin Fischer al morir, tomada por el Dr. Peter Valentín en un hospital de Frankfurt en Alemania.

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Supuesta foto de un alma y noticia del pesaje del alma y sus 21 gramos

En medio de esa metafísica disquisición aparece el diputado del pueblo y sorprendido pregunta:

• ¿Y los pedos pesan?
  
  
• No, …¿porqué?
  
  
• Entonces, ni modo, …me cagué en todo de nuevo…!!!
  
  
• Normal, normal...!!!

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Nuestros congresistas también, de una u otra forma, normalmente lo hacen, pero aveces trae sorpresa

Y eso de enamorar a las piedras me lo enseñó mi padre, cuando tenía unos 9 años.

Recién llegados de las montañas de La Esperanza de Atirro de Turrialba, con el objetivo de que los hijos entráramos a la escuela, recalamos en los altos de Tiribí, un muy especial barrio del sur de la capital.

Era un enigmático barrio sin duda, la única casa bonita, estilo victoriano, con inodoro, lavatorio, mosaicos y azulejos italianos, quedaba como a tres casas de la nuestra y en ella vivía alguna amistad del presidente Mario Echandi. Para los inquietos niños y adolescentes, al frente había un alucinante cafetal con naranjas, mangos, zapotes, bananos, anonas y un concurrido prostíbulo, alegre y bullicioso, donde extrañamente casi todas las muchachas se llamaban Rosa.

Justo en ese cafetal, al poco tiempo, la empresa FINSA inició la construcción de la Urbanización Jardines de Cascajal y al hacer el movimiento de tierra apareció una solemne cantidad de piedra que a la postre dio origen a su nombre.

Mi papá puso una verdulería, entonces quedaba tiempo libre, ya que la gente de por allí parecía ser vegetariana, pero preferían consumir una yerba que no se vende en las verdulerías.

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Leña y piedra apiladas al estilo de la impecabilidad de mi padre, listas para la venta

A mi inquieto progenitor, que veía oportunidades hasta debajo de las piedras y como “la necesidad hace el ingenio” le aprobaron la petición de regalarle todas las  piedras y leña que quisiera. Manos a la obra, compró dos mazos de 10 libras y cabo largo, para quebrar piedra y venderla para construir casas con  “cimiento ciclópeo”, que por siglos fue usado hasta que el Código Sísmico lo pensionó, porque no hacía falta calcularlo, supongo.Realmente era un buen negocio, quebraba la piedra y la apilaba en perfectas líneas de un metro de ancho por un metro de alto y al largo que pudiera paralelo a la calle, esperando que los camioneros compradores llegaran por la piedra.

Me encantaba esos robustos y súper-ordenados muros, que no sólo se veían bellos y tectónicos, sino que administrativamente eran muy apropiados: yo mismo medía con un palo de a metro la cantidad que querían comprar, sin que hubiera la tradicional duda de que compraban una cantidad y les daban otra menor. Lindo y genial.

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Piedras apiladas llamadas Apachetas, del altiplano andino (casi así se veía Jardines de Cascajal)
La Venus de Willendorf, Austria con más de 25.000 años, es la escultura antropomorfa más antigua
conocida y una muestra de que la piedra es el soporte más estable para comunicarse con el futuro

Además, apilar piedras es una tradición ancestral vinculada a la magia, el culto y el psicoanálisis y varios arquetipos para situarnos en la vida. Se encuentran en muchas culturas, por ejemplo:

Las Apachetas son características en la zona del altiplano andino que incluye sectores de Bolivia, Chile, Argentina y Perú. Consisten en montículos de piedras, una sobre otra, a modo de ofrenda.

Si bien no se tiene una idea totalmente clara de la función que cumplían en sus orígenes. Se sabe que, actualmente, son los viajeros quienes piden que se aparten las desgracias (chiknis) de su camino para seguir el viaje con salud y tranquilidad.Es por ello que la mayoría de las apachetas pueden apreciarse a los costados de las carreteras, caminos y senderos. Así, los viajeros piden y agradecen a la Pachamama (Madre Tierra) y a los Apus (dioses de las montañas) colocando una piedra sobre la otra y, en algunos casos, dejando todo tipo de ofrendas como comida, bebida, cigarros, y demás elementos.

También en otros continentes lo practicaban, por ejemplo:

Algo similar se atribuye a los Inukshuk del Círculo Polar Ártico.

Dearg-due es una  criatura temida de Irlanda, cuyo nombre significa  “Red Blood” y la única manera de contener sus depredaciones es “apilar piedras”.

“Obo” significa en el idioma mongol “montículo”, un signo construido con piedras para definir un camino o frontera. Posteriormente fue convirtiéndose en un lugar donde la gente oraba por la buena cosecha, la buena suerte y la felicidad.

Para la filosofía Zen “piedras apiladas” significan estabilidad.

En el psicoanálisis soñar con “apilar piedras” significa que: “tomará iniciativas para lograr que finalicen sus preocupaciones.

La dureza y perdurabilidad de la piedra siempre ha impresionado al hombre por su contraposición a los seres vivos, siempre sometidos al cambio y a la muerte; por ello, la piedra simboliza la resistencia, la tenacidad y la perseverancia.

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Monumento megalítico Stonehenge, Reino Unido 2.500 A.C y piedras apiladas Obo en Hulun Buir Mongolia

De seguro, pienso ahora mirando en perspectiva, por eso mi familia ha transitado por inusitados oficios e industrias y siempre ha sobrevivido dignamente, cambiando cuando esa veta se agota o ajustándose al signo de los tiempos.

El negocio era bueno, pero aún teniendo otro mazo, no había un peón que aguantara la dureza del trabajo de quebrar piedra, aunque era intrigante para todos ver que mi papá no se cansaba. “Algún pacto ha de tener con El Espíritu de la Piedra” decían.

De hecho, después de que me enseñara ese arte, los muy fuertes y envidiosos  vecinos fracasaban en el intento de participar del negocio por su cuenta, ya que lo suponían muy fácil, al ver que un carajillo de 9 o 10 años, que no aguantaba levantar el mazo si no se acuclillaba primero, luego lo dejaba caer y la piedra cantaba un seco ¡boooom! y se partía limpiamente.

Ellos lo intentaban con todas sus fuerzas y nada más sacaban chispas y tal vez unas “cascaritas” de piedra; después de hacer lo mismo durante unas 3 horas con el mismo resultado, desistían honrosamente atribuyéndolo a la negativa de firmar un pacto con “el Espíritu de la Piedra”.

No los entendía pero no me era difícil aceptar la idea, ya que una de mis aficiones era saltar en las piedras del Río Tiribí, que en ese entonces tenía miles de peces y unas “piedras vivas” enormes, que las veía crecer y respirar; las amaba porque me hacían saltar de una a otra con la ingravidez de Michael (Air) Jordan en distancias imposibles para otros niños.

Por eso me enojaba mucho la testarudez de las maestras al asegurar rotunda y científicamente que las piedras eran inertes, sin vida, alma o espíritu. Desde allí empecé a no confiar cada vez que alguien respalda sus certezas en “verdades científicas”, y sigo sin confiar, ya aún establecido científicamente el Principio de  Incertidumbre de Heisenberg, siguen afirmando la infabilidad del Método Científico convencional.

En mecánica cuántica, este principio afirma que no se puede determinar, simultáneamente y con precisión, ciertos pares de variables físicas, como son, por ejemplo, la posición y el momentum lineal de un objeto dado. En otras palabras, cuanta mayor certeza se busca en determinar la posición de una partícula, menos se conoce su cantidad de movimiento lineal y, por tanto, su velocidad. Fue enunciado por Werner Heisenberg  desde 1927 y nada que entienden.

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Los nuevos modelos de la física se acercan a los místicos y debieran tatuárselos a los ortodoxos

La imprudente noche del 13 de agosto de 1995, en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica, donde estudiaba escultura entonces, como alumno de Domingo Ramos, Emilio Argüello, Mario Parra y Juan Barboza, la prisa me hizo olvidar que las piedras están vivas y a la hermosa piedra del Volcán Barva que tenía para esa noche, le daba duro pero el cincel sólo sacaba chispas; a punta de golpes fallidos y sin tino entendí mi error, le hablé, hice el ritual, me dejé guiar por una fuerza rara de esas que deambulan por la Escuela, y esa obscura y rebelde gabro me dejó hacer de ella una reluciente y orgullosa orquídea negra.

Mi padre con sólo indicarme que alejara la prisa y aquietara los pensamientos en la mente al intentar hacer algo con una piedra, me guió a entenderme con las piedras (en plural, claro), a pedirles permiso, enamorarlas, acariciarlas, con la promesa de que te acompañarían desde lo oscuro y sacrificado de un cimiento hasta las luces de la sala de exposiciones de  una elegante galería o el bullicio y algarabía del Parque Escultórico de Barva:

¡Ese es el verdadero Pacto con el Espíritu de la Piedra!

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